Prólogo.

8 de Diciembre de 2011.



—Uh, ¡lo siento tanto! —exclamó la chica castaña al haberse chocado con el chico. El chico solo rodó los ojos y la miró. Estuvo a punto de decirle algo hiriente hasta que vio lo hermosa que era, literalmente.
—Eh... de hecho, no te preocupes, está bien. Los dos no miramos por dónde íbamos...

La chica sonrió y entonces sacudió la cabeza al notar que estaba siendo algo incómoda.

—Yo... soy Grachi —dijo mientras le ofrecía la mano, el chico sonrió con ganas.
—Soy Daniel —y sin poder evitarlo, Grachi comenzó a sentir las famosas mariposas en el estómago. Algo le decía que Daniel iba a ser un gran impacto en su vida.

Sin embargo, había otra chica viéndolos, y obviamente no le gustó para nada que su novio viera a una chica que era completamente desconocida para ella y le sonriera de esa manera. Matilda, que era la actual novia de Daniel, comenzó a ponerse furiosa, tanto que el viento comenzaba a ser fuerte a su alrededor.

Daniel era suyo, de nadie más.


—¿Eres nueva en la ciudad, verdad? —Preguntó Daniel al ver a Grachi parada junto a montones de cajas. Matilda lo escuchó perfectamente, puesto que un conjuro se lo había permitido.
—Sí, soy nueva. De hecho, estaba moviendo unas cajas y cuando pasé la calle, yo... —dijo entre risas nerviosas y Daniel la interrumpió.
—Lo sé, si quieres, te ayudo con ese asunto de ahí —dijo señalando las cajas con la mirada, logrando que Grachi asintiera con la cabeza.
—Oh, está bien. Me vendría de gran ayuda, puesto que mi papá está adentro acomodando lo demás —dijo y Daniel se acercó para agarrar una de las tres cajas que habían. Grachi repitió su acción, y Daniel la miró sorprendido.

Él llevaba apenas una caja, mientras que Grachi, llevaba dos. Y eran bastante pesadas. Aunque, Daniel ignoraba completamente el hecho de que la chica que estaba frente a él, también había hecho un conjuro para que llevar las cajas no fuera tan difícil.

—Ahora me siento mal —dijo riendo, logrando que Grachi también riera.
—Está bien, sería de mal gusto si te dejo cargar con todas estas ca... —Grachi no pudo terminar de hablar, puesto que algo la empujó, haciendo que cayera al suelo y por ende, el contenido que iba en las cajas se regara. Afortunadamente, no era algo que se quebrara.

—¿Estás bien? —Preguntó Daniel asustado, mientras se acercaba a ella. Ella asintió y se levantó del suelo, mientras miraba a todas partes. Daniel le estaba preguntando cómo estaba, pero en realidad lo único que ella podía procesar era que había otra bruja cerca.

Y al parecer no iba a ser amable.

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